FACULTAD DE HUMANIDADES
ESCUELA ACADEMICO PROFESIONAL DE PSICOLOGÍA
MONOGRAFÍA
“EL AMOR ROMANTICO”
AUTORES
DEL CASTILLO VILLANUEVA, Karen Patricia.
MERINO PAYCO, Nathaly Salome.
PICHEN NOVOA, Brenda.
VASQUEZ ALVARES, Jairo
ASESOR
CÁRDENAS LENIN
TRUJILLO-PERÚ
2013
DEDICATORIA
El presente trabajo queremos dedicárselo primeramente a
DIOS, por permitirnos llegar hasta donde estamos, a nuestros padres por su
esfuerzo en concedernos la oportunidad
de estudiar y por su constante apoyo a lo largo de nuestra vida.
AGRADECIMIENTO
A nuestros padres, como agradecimiento a su esfuerzo,
amor y apoyo incondicional, durante nuestra formación tanto personal como
profesional. A nuestro docente, por brindarnos su guía y sabiduría en el
desarrollo de este trabajo.
OBJETIVOS
- OBJETIVO GENERAL: Conocer los diferentes mitos acerca del amor romántico en nuestra sociedad.
- OBJETIVO ESPECIFICO:
- · Determinar cómo influye el amor romántico en la juventud actual.
- · Establecer hasta qué punto pueden llegar a amar los jóvenes.
- · transmitir a las personas que no se deben entregar completamente en una relación.
- · conocer sobre los mitos que la sociedad nos da sobre el amor.
INTRODUCCIÓN
El amor es un término que está presente en la
conversación diaria. Habitualmente se asocia el término con el amor romántico,
una relación pasional entre dos personas con una importante influencia en sus
relaciones interpersonales y sexuales mutuas.
La vida de pareja ha pasado a ser la principal forma de
autorrealización, sin importar el costo. Pero se debe reconocer que existen
ciertos límites afectivos no implica necesariamente dejar de amar, sino aceptar
la posibilidad de modificar la relación en un sentido positivo o simplemente
alejarse y no estar en el lugar equivocado, aunque duela la decisión.
Esta monografía habla sobre el amor de pareja y como una
persona se deja dominar de su pareja. Los objetivos de esta monografía son
transmitir a las personas que no se deben entregar completamente en una
relación, conocer sobre los mitos que la sociedad nos da sobre el amor.
Este trabajo está dividido en cinco capítulos. En el
primer capítulo hablaremos sobre el amor romántico y como las mujeres queremos
que sea el amor de pareja. En el segundo capítulo, nos referiremos a los
límites del amor, cuando saber que una persona te hace daño en una relación, y
no nos referimos al maltrato físico sino afectivo. El tercer capítulo,
analizaremos porque nos cuesta tanto ponerle límites al amor y que es lo que
pensamos sobre el amor. El cuarto capítulo, se relaciona con los valores y los
derechos que uno tienen como persona. En el último capítulo, hablaremos sobre
los mitos que la sociedad nos trasmite sobre lo que es el amor, lo que debería
ser, y como se debería dar.
INDICE
DEDICATORIA
AGRADECIMIENTO
INTRODUCCIÓN
CAPÍTULO I: AMOR ROMÁNTICO………………………………………………….
1
1.1. El amor romántico……………………………………………………………………..2
1.2. El
romanticismo femenino…………………………………………………………... 7
CAPÍTULO II: ¿HASTA DÓNDE
DEBEMOS AMAR?: ALGUNAS RAZONES PARA NO SEGUIR……………………………………………………………………… 9
2.1. Cuando no
te quieren…………………………………………………………………. 10
2.2. Cuando
obstaculizan tu autorrealización…………………………………………… 11
2.3. Cuando
vulneran tus principios y valores……………………………………… 12
CAPÍTULO III: PENSAMIENTOS
IDEALIZADOS SOBRE EL AMOR……… 14
3.1. “Si
hay amor, no necesitas nada más”…………………………………………….. 15
3.2. “El
verdadero amor es incondicional”……………………………………………… 16
3.3. “El
amor es eterno”…………………………………………………………………… 17
CAPÍTULO IV: EL AMOR
DEMOCRÁTICO: TRES VALORES GUÍA………… 18
4.1. Primer
valor: de la fusión/comunión, al amor solidario……………………………19
4.2. Segundo
valor: de la generosidad, al amor recíproco……………………………. 20
4.3. Tercer
valor: de la obligación, al amor voluntario…………………………………. 21
CAPÍTULO V: MITOS DEL AMOR
ROMÁNTICO…………………………………. 22
5.1. Mito de la media naranja…………………………………………………… 23
5.2. Mito de la
exclusividad………………………………………………………… 23
5.3. Mito de la
fidelidad……………………………………………………………… 23
5.4. Mito de la
perdurabilidad…………………………………………………….... 24
5.5. Mito del matrimonio o convivencia………………………………………… 24
5.6. Mito de la
monogamia…..……………………………………………………….24
5.7. Mito de la
heterosexualidad…………………………………………………..…24
CAPITULO VII:……………………………………………………………………… 25
7.1.
Conclusiones…………………………………………………………………… 26
7.2.
Referencias:…………………………………………………………………
27
7.2.1. Bibliografías……………………………………………………………… 27
7.2.2. Linografía………………………………………………………………. 27
7.3. Anexos…………………………………………………………………………… 28
CAPÍTULO I:
AMOR ROMÁNTICO
1.1 EL AMOR ROMÁNTICO
El amor es una construcción humana sumamente compleja que
posee una dimensión social y una dimensión cultural. Ambas dimensiones
influyen, modelan y determinan nuestras relaciones eróticas y afectivas,
nuestras metas y anhelos, nuestros gustos y nuestros sueños románticos. Tanto
la sexualidad como las emociones son, además de fenómenos físicos, químicos y
hormonales, construcciones culturales y sociales que varían según las épocas
históricas y las culturas. El amor se construye en base a la moral, las normas,
los tabúes, las costumbres, creencias, cosmovisiones y necesidades de cada
sistema social, por eso va cambiando con el tiempo y en el espacio, y por eso
no aman igual en China que en Nicaragua, ni los inuit aman del mismo modo que
los demás.
Son numerosos los autores que defienden la idea de que el
amor es una constante humana universal porque existe en todas las culturas y
porque la capacidad de amar parece formar parte de nuestra condición. Teóricos
como Wilson y Nias (1976) defienden la universalidad del amor romántico,
señalando que el fenómeno amoroso romántico no es de origen reciente ni está
restringido a nuestra cultura: “Aunque no siempre concebido como un necesario
preludio para el matrimonio, el amor romántico y pasional ha existido en todos
los tiempos y lugares”. Por su parte, los antropólogos Jankowiak y Fisher
(1992) documentan la existencia de lo que ellos definen como “amor romántico”
en casi un 90 por 100 de las 168 culturas analizadas.
El amor romántico nunca ha tenido tanta importancia en la
vida de los humanos como en la actualidad. Hoy en día la gente que no tiene que
preocupar sea diario por la supervivencia, gasta una gran cantidad de tiempo y
energía en encontrar al amor de su vida. Nos buscamos en las redes y en los bares,
consumimos películas románticas, deseamos vivir historias de pasión, nos
enamoramos platónicamente alguna vez en la vida, nos juntamos y nos separamos,
nos olvidamos, volvemos a soñar con una relación ideal.
Y es que gracias al impresionante desarrollo de la
comunicación de masas en el siglo XX, el amor romántico ha experimentado un
proceso de expansión paulatina hasta instalarse en el imaginario colectivo
mundial como una meta utópica a alcanzar, cargada de promesas de felicidad.
Esta utopía emocional colectiva está preñada de ideología
pese a que se presenta fundamentalmente como una emoción individual y mágica
que acontece en lo más profundo del interior de las personas.
La ideología hegemónica que subyace a esta utopía
emocional es de carácter patriarcal, y en ella la moral cristiana ha jugado un
papel fundamental, porque nos ha conducido por la vía del modelo heterosexual y
monogámico con una orientación reproductiva.
El amor romántico es, en este sentido, un ideal
mitificado por la cultura, pero con una gran carga machista, individualista, y
egoísta. A través del amor romántico se nos enseña a relacionarnos, a reprimir
nuestra sexualidad y orientarla hacia una sola persona. A través de las
ficciones que creamos y los cuentos que nos contamos, aprendemos cómo debe de
ser un hombre, y como debe de ser una mujer, y muchos seguimos estos modelos de
masculinidad y feminidad tan limitados para poder integrarnos felizmente en esta
sociedad y encontrar pareja.
La prueba más patente es que toda la imaginería colectiva
amorosa occidental está formada por parejas de adultos de distinta identidad
genérica; son uniones de dos en dos cuyo final está, como en el caso de la
moral cristiana, orientado al matrimonio y a la reproducción. Además, los
sistemas emocionales y sexuales alternativos (amor en tríos, cuartetos y grupos
grandes, amor entre ancianos, amor entre niños, amor entre personas del mismo
sexo/género o de diferentes clases socioeconómicas, razas o culturas) siguen
siendo considerados desviaciones de la norma, y penalizados, por tanto,
socialmente.
La heterosexualidad y la monogamia, en este sentido, se
contemplan como características normales, es decir, naturales, porque siguen
los dictados de la naturaleza. La Ciencia se ha encargado de legitimar esta visión,
hasta llegar incluso a concluir que el mito de la monogamia y la fidelidad
sexual es una realidad biológica y universal.
La necesidad de la exclusividad sexual ha sido mitificada
por necesidades del sistema patriarcal a través de las narraciones religiosas y
profanas, a pesar de que la monogamia no es un estado natural y muy pocas
especies la practican. Lo paradójico dela reificación de la monogamia es que el
adulterio y la prostitución forman parte del sistema monogámico. Son la otra
cara de la moneda, su contrario y a la vez su complemento. La fidelidad y la
exclusividad son fenómenos, en este sentido, que atentan contra el statu quo y
la organización de la sociedad en familias cerradas.
El amor, pues, en su dimensión política y económica, se
nos presenta como un mecanismo del sistema para perpetuarse. Para que todo siga
igual, hacen falta parejas heterosexuales que traigan al mundo a nuevos
consumidores/trabajadores que se casen y permanezcan dentro del modelo de
familia considerado "normal". Por eso nos seducen con amor
mitificado.
*LA MITIFICACIÓN DEL AMOR
La
mayor parte de los mitos en torno al amor romántico surgieron en la época
medieval; otros han ido surgiendo con el paso de los siglos, y finalmente se
consolidaron en el XIX, con el Romanticismo. El principal mito que encontramos
en el amor es en la frase que concluye los relatos:“yvivieron felices, y
comieron perdices”. La estructura mítica
de la narración amorosa es casi siempre la misma: dos personas se enamoran, se
ven separadas por diversas circunstancias (dragones, bosques encantados,
monstruos terribles) y barreras (sociales y económicas, religiosas, morales,
políticas). Tras superar todos los obstáculos, la pareja feliz por fin puede
vivir su amor en libertad. Evidentemente, como mito que es, esta historia de
impedimentos y superaciones está atravesada por las ideologías patriarcales,
que ponen la misión en manos del héroe masculino, mientras que la mujer espera
en su castillo a ser salvada: él es activo, ella pasiva (el paradigma de este
modelo es la Bella Durmiente, que esperó ni más ni menos, CIEN años).
En
otros relatos, en cambio, se incide en la valentía de la mujer que lucha contra
el orden patriarcal, contra la ley del padre, y se le otorga un papel activo,
como es el caso de Julieta, Melibea, Catalina Earnshaw, Emma Bovary, Anna
Karenina, la Regenta o el mito español de Carmen, mujer indomable que subyuga a
los hombres. Para Denis de Rougemont, lo característico de nuestra sociedad es
que el mito del matrimonio y el mito de la pasión se han unido pese a que son
contrarios. La contradicción reside en que la pasión es perecedera, indomable,
intensa, contingente, y preñada de miedo a perder a la persona amada. La pasión
se exacerba con la inaccesibilidad y representa en nuestro imaginario el
delirio arrebatado, el éxtasis místico, la experiencia extraordinaria que nos
trastoca la rutina diaria. El matrimonio, en cambio, ofrece estabilidad,
seguridad, una cotidianidad, una certeza de que la otra persona está dispuesta
a compartir con nosotros su vida y su futuro. Ambas instituciones son, pues,
incompatibles, por mucho que nos esforcemos en aunarlas bajo el mito del
matrimonio por amor y para siempre.
Los
relatos amorosos constituyen una constante en las narrativas y las mitologías
humanas desde la Antigüedad hasta nuestros días. Sin embargo, a mediados de la
década de los noventa se produjo un fenómeno social conocido como “La
Revolución Romántica”, concepto ideado por la cultura estadounidense. Los años
de la transición entre el siglo XX y el XXI estuvieron marcados, entre otros
acontecimientos culturales, por el auge de los productos del sentimiento. El
primer signo de esa Revolución Romántica, según Rosa Pereda (2001), fue el
vuelco del gusto general hacia la novela sentimental y las películas que
narraban historias de amor.
En
general, la mitología romántica ha cobrado una importancia fundamental en el
siglo XXI, hasta llegar a adquirir el estatus de utopía colectiva de carácter
emocional. Esta utopía nos presenta el amor como una fuente de felicidad
absoluta y de emociones compartidas que amortiguan la soledad a la que está
condenado el ser humano. En un mundo tan competitivo e individualista como el
nuestro, en el que los grupos se encuentran fragmentados en unidades familiares
básicas, las personas encuentran en el amor romántico la forma de enfrentarse
al mundo. El amor, es, en este sentido, un nexo idealizado de intimidad que se
establece con otra persona y gracias al cual podemos sentir que alguien que nos
escucha, nos apoya incondicionalmente y lucha con nosotros contra los
obstáculos de la vida.
A
menudo, el enamoramiento, si es correspondido, nos transporta a un estado de
felicidad que es extraordinario, porque está cargado de intensidad. En nuestra
sociedad este estado de felicidad
permanente es el estado ideal en el que la gente querría vivir siempre; por eso
el amor tiene tanta importancia en la actualidad. Es una forma de ser y de
estar en el mundo en el que los golpes de la vida se ven amortiguados.Además,
dispara nuestro afán soñador y utópico, porque nos sentimos capaces de superar
miedos y de dejar atrás el pasado, y porque creemos que, bajo los efectos del
amor, todo es posible porque es una fuerza avasalladora y transformadora que
arrasa con todos los obstáculos (las distancias físicas y temporales, la
oposición de las familias, o incluso nuestros prejuicios en torno a la edad, la
raza, el estatus socioeconómico de las personas, etc.)
1.2
EL ROMANTICISMO FEMENINO
La posición del
sujeto femenino en el Romanticismo fue muy contradictoria, porque, pese a las
ansias de libertad e igualdad de los románticos, estos seguían
(continuando con la cerrazón de la Ilustración)refiriéndose al sujeto
masculino al hablar del ser humano. El sujeto femenino en realidad era
objeto de deseo, de devoción, más que sujeto de pleno derecho,
como sucedió enel siglo XII con las damas del“amor cortés”, objetos de deseo y admiración encerrados en palaciosy castillos.
Por
una parte, el Romanticismo parecía fomentar la participación de las mujeres
mediante la revalorización del sentimiento y la individualidad, que
hasta entonces habían sido considerados despreciativamente como cosas
de mujeres, debilidad del espíritu,
flaqueza de voluntad. Así, fue un gran avance que los hombres comenzaran a
hablar el lenguaje sentimental de las mujeres y lo embellecieran, pero de
algún modose reapropiaron de ese mundo, en el que brillaron como
grandes artistas, relegando a las poetas, pintoras y escritoras románticas
al anonimato a esconderse tras
pseudónimos masculinos. Fue el caso de AmandineAuroreLucileDupin, que
triunfó como George Sand. Los intelectuales románticos a menudo
se burlaron de las creadoras, minimizaron el impacto de sus obras, y
criticaron con saña su condición de mujeres cultas. Sin embargo, a
nuestros días han llegado las novelas de Mary Shelley, las Hermanas
Brönte, Jane Austen, lo que demuestra que las mujeres escribían grandes novelas
de amor. Aquí se hicieron un hueco en la literatura, entre otras, Rosalía
de Castro, Carolina Coronado o Emilia Pardo Bazán. Según el estudio de
SusanKirpatrick (1991), las mujeres encontraban difícil asumir la pasividad a
las que se las confinaba como objeto de deseo; su necesidad de verse como
sujetos estaba en contraposición a la norma social de la mujer encerrada en el
ámbito doméstico, sin posibilidad de vivir aventuras, de trascender su
mundo, de dirigir libremente sus pasos hacia la felicidad, o hacia la
belleza, o hacia el amor.
Los
efectos del romanticismo y afirma que la ideología amorosa de nuestra
sociedad patriarcal ha contribuido a reproducirla representación social
de la mujer dependiente del hombre por naturaleza, incapaz
de acceder a la plena soberanía de sí.
CAPÍTULO II:
¿HASTA DÓNDE DEBEMOS AMAR?: ALGUNAS
RAZONES PARA NO SEGUIR
Obviamente
no hasta el cielo. El límite lo define la integridad, la dignidad, la
fidelidad. El límite de lo aceptable se traspasa cuando la vocación y anhelos
pasan a un segundo plano, cuando la vida comienza a convertirse en algo tan
predecible como inseguro, cuando el "ser para el otro” te impide el “ser
para ti”.
Cuando
se establece las condiciones de un amor de pareja saludable, se define una
zona, una demarcación realista más que romántica, a partir de la cual una relación
debe terminarse o transformarse, así el sentimiento amoroso exista.
¿Cuándo
pierde el amor su sentido vital? Al menos, entres situaciones: primero, cuando
no te quieren; segundo, cuando tu realización personal se ve obstaculizado; y,
tercero, cuando se vulneran tus principios.
2.1 CUANDO NO TE QUIEREN
¿Por
qué seguimos en una relación insana, a sabiendas de que no nos aman? Esperar a
que te quieran puede ser una de las experiencias más humillantes y triste: “ya
no me abraza, ya no se preocupa por mí” o “nunca me he sentido realmente amada
o amado”.
¿Quién
tiene el poder en una relación? No es el más fuerte, ni el que tiene más
dinero, es el que necesita menos al otro. Si tu pareja puede prescindir de ti
mucho más fácil de lo que tú puedes prescindir de él o ella, hay que equilibrar
la cuestión.
Si
no te quieren, no es negociable. ¿Qué vas a negociar, qué acuerdos vas a
proponer si no hay sentimiento, ni ganas ni deseo? En ocasiones, la crudeza de
la realidad o la más dolorosa desesperanza nos quita la carga de un futuro
inconveniente.
Si
es evidente que no te quieren y sigues allí a la espera de la resurrección
amorosa, dispuesta o dispuesto a responder a cualquier insinuación, te
extralimitaste: estás del otro lado. Y si tu sensación de insatisfacción
afectiva persiste a pesar de tus justos reclamos, ya tienes resuelto el
problema. No hay dudas: no te aman, y alguien tiene que irse.
2.2 CUANDO OBSTACULIZAN TU
AUTORREALIZACIÓN
El
psicólogo y humanista Abraham Maslow decía: “un músico debe hacer música, un
pintor debe pintar, un poeta debe escribir, si al final de cuentas quiere ser
feliz. Lo que un hombre puede ser, debe serlo. A esta necesidad podemos
llamarla autorrealización”.
Todo
lo que haga crecer como seres humanos, mientras no sea destructivo ni para uno
ni para otros, debe llevarse a cabo, si no queremos sentirnos incompletos. No
hablo de impulsos patológicos, como las adicciones sino de energía que nos
hacen más humanos cuanto más la llevamos a cabo. Sin obsesionarnos por ello, la
búsqueda de la excelencia y el perfeccionamiento definen el arte de vivir.
¿Cuál es tu ideal del “yo”, tu vocación, tus aficiones, tus querencias, tus
gustos, tus sueños, tus proyectos de vida? ¿Por qué abandonarlos? Un amor que
exija la castración motivacional e intelectual del otro para que funciones, no
es amor sino esclavitud.
Vivir
para otros, con otros y en otros-. La simbiosis más allá de la placenta. No hay
que destruirse para amar a un hijo. No debo quitarme la vida para producir
vida. Lo regresivo debe ceder paso a lo progresivo, y es progresivo todo lo que
ayude al desarrollo del potencial humano. Parafraseando al filósofo André
Comte-Sponville: en cada uno de nosotros reposa una pulsión de vida, una
tendencia. Allí radica la vida buena, en seguirle la pista a los propios
talentos naturales.
¿Por
qué existir menos, si podemos existir más? Cuando renuncias a tu sentido de
realización personal, a tus necesidades de crecimiento, empequeñeces tu
existencia. El humanismo y la psicología positiva sostienen que el desarrollo
saludable adopta dos direcciones: autonomía y exploración. El psicólogo Carl
Rogers aseguraba que el organismo tiene una tendencia, el reto básico de
mejorar, realizar y mantener el sí mismo que experimenta. Esta tendencia a la
realización gira alrededor de una premisa fundamental: quererse a uno mismo al
cubo.
2.3. CUANDO VULNERAN TUS
PRINCIPIOS Y VALORES
¿Qué
estamos dispuestos a negociar por amor? Hay cosas en las que no podemos ceder,
simplemente porque si lo hacemos, nos traicionaríamos a nosotros mismos. Existe
un acuerdo implícito en la mayoría de los pensadores sobre el tema de los
valores: el límite de lo negociable es la dignidad personal, es decir, la
opción de ser valorado, honrado y respetado. La dignidad tiene que ver con la
autonomía y la autodeterminación. Sentirse digno es aceptar que uno es
merecedor de respeto. La dignidad es lo que se resiste a la humillación, a la
autocondena y a la condena injusta. Es el valor de lo que no tiene precio:
¿cuánto vales?
Emmanuel
Kant decía que la humanidad misma es una dignidad y que el ser humano debía ser
siempre tratado como un fin en sí mismo y no como un medio. Por eso, la
esclavitud se opone a la dignidad, porque el esclavo es considerado una cosa en
tanto puede venderse o intercambiarse.
Yo agregaría que un ser humano no solo es valioso en sí, sino para sí. Si se me
daña o deja de servir, lo tiro a la basura y compro otro, porque el serrucho
sierra solo para quien lo sabe cerrar. En el hombre y la mujer eso no se da,
los seres humanos actuamos también para nosotros y por eso nuestros
comportamientos tienen un significado en sí y para sí.
¿Cómo
saber cuándo alguien afecta tu dignidad?
Suele ser evidente para quien se auto observa. Lo que sientes es ira,
pero no la rabia del animal cuando le quitan el alimento o lo atacan, sino
indignación, la cual puede definirse como cólera ante la injusticia. El
filósofo Theodor Adorno decía que la indignidad se identifica con la tortura,
la privación de la libertad, la injusticia, la explotación, la crueldad y la
vejación.
La premisa es conservar tu
ser moral y negarte a ser objeto. Y un buen comienzo para ello es aceptar que
tu pareja no es más que tú, ni más valiosa, al menos en lo que se refiere a la
posibilidad de recibir consideración y respeto.
CAPÍTULO III:
PENSAMIENTOS IDEALIZADOS SOBRE EL
AMOR
La
cultura de la entrega total y abnegación sin límites se sustenta en varias
concepciones erróneas o mitos sobre el amor. Rendirle culto al amor es
entregarse sin pena ni gloria a sus avatares y poner la palanca de control
afuera. Doble capitulación: ante el sentimiento amoroso y ante la persona
amada. “me entrego a ti porque te amor”, como si fuéramos un paquete
transportado con la rapidez y eficiencia ya conocida.
Los
pensamientos idealizados sobre el amor producen al menos tres efectos negativos
en la manera de procesar la experiencia afectiva: justifican lo inaceptables o
lo peligroso hacen que nos quedemos anclados en relaciones dañinas bajo los
auspicios de una esperanza inútil y crean un choque con la realidad debido a la
discrepancia que se genera entre el amor ideal y el amor real.
3.1. “SI HAY AMOR, NO NECESITAS NADA
MÁS”
Esta
creencia considera que le amor romántico basta para que una relación funcione
adecuadamente. De ahí el desconcierto de la mayoría de las personas que asiste
a terapia por problemas de pareja: “¿Por qué peleamos, si nos amamos?”, como si
el amor sentimental generara una especie de inmunidad contra las controversias
y además hiciera desaparecer los conflictos por obra y gracia del afecto santo.
Reducir
el amor al enamoramiento es un error. El amor también se “piensa” y por eso
tienes la opción de construir y de reinventar la convivencia con tu pareja.
Para resolver los problemas de cualquier relación necesitamos, además del
afecto, otras habilidades cognitivas y comportamentales, como, por ejemplo,
estrategias de resolución de conflictos, paciencia, gestión pacífica, aprender
a ajustar las diferencias individuales, establecer alianzas y acuerdos amorosos
y competencias por el estilo.
Cuando
amamos de manera inteligente y completa, no solamente actuamos bajo la
dirección de eros, también necesitamos ser amigos de la persona amada y
preocuparnos por su bienestar: el amor se siente, se piensa y se actúa. El amor pensado es amistad. En ella, la
voluntad intervienes directamente. Tu no dices me “amisté”, cuando haces un
amigo o amiga, porque entras a la amistad por la puerta de la elección
voluntaria, tienes la posibilidad de escoger a tus amigos. Así debería hacerse,
o al menos intentarse, en relación de pareja. Incluso al comienzo de una
relación podemos construir un espacio cognitivo para analizar al candidato o
candidata. Si privilegiamos siempre el sentimiento sobre la razón, estaremos
predispuestos a pasar fácilmente de la ilusión a la desilusión.
Ante
una relación pésima tienes dos posibilidades:
·
Pensamiento
realista (así duela):”nos queremos mucho, pero no podemos vivir
juntos”.
·
Pensamiento
irracional (así produzca alivio): “somos totalmente
distintos, el agua y el aceite, pero si hay amor, vale la pena intentarlo”.
Malas
noticias: el amor interpersonal no puede juntar el agua y el aceite, ni
multiplicar panes y peces.
3.2.
“EL VERDADERO AMOR ES INCONDICIONAL”
Lo
que equivale a decir: hagas lo que hagas, te amare igual. Sin condiciones, en
las buenas y en las malas, bajo cualquier circunstancia, en la infidelidad, en
los golpes, en la explotación, en el desamor, en el rechazo, en la burla, en la
indiferencia, en la profundidad de los infiernos. No importa qué hagas, yo
estaré allí, con mi amor siempre fresco, activo, dispuesto…
Si
decides amar pese a todo y haga lo que haga el otro, la entrega será celestial
e irrevocable. Aceptar todo de antemano implica negar la propia conciencia,
reprimir el derecho a la protesta y perder de vista los límites que no debemos
traspasar. El amor de pareja debe estar condicionado a los mínimos éticos, como
cualquier otra relación interpersonal, porque de no ser así, le otorgaríamos al
amor la propiedad de transgredir las leyes humanas y universales.
3.3. “EL AMOR ES ETERNO”
Felicidad
conyugal imperecedera, infinita, inagotable. Si el amor tiene su propia
inercia, su propia dimensión temporal, si es inmoral e indestructible, ¿Qué
papel juega uno en su mantenimiento?
Por
desgracia para los soñadores, el enamoramiento o amor romántico es de tiempo
limitado. El amor pasional, si no haces nada para mantenerlo activo, tiende a
bajar; esa es su dinámica natural. Bernard Shaw decía que el matrimonio
ocurre:” cuando dos personas se encentran bajo la influencia de la más
violenta, la más demente, la más engañosa y la más transitoria de las pasiones.
Se les exige que juren que permanecerán en ese estado excitado, anormal y
agotador hasta que las muerte los separe”
El
mito del amor eterno lleva implícita la idea de la certeza. Si ya me enamore t
soy correspondido, se acabó definitivamente la soledad y ya no habrá
incertidumbre sobre mi futuro afectivo.
CAPÍTULO IV: EL AMOR DEMOCRÁTICO: TRES VALORES GUÍA
Un
amor sin valores que lo guíen es un amor a la deriva, desorientado. Y no me
refiero a las virtudes convencionales sino a una política del amor, en la cual
podamos construir una relación pluralista, flexible y horizontal. A veces, es
conveniente poner el romanticismo en remojo, modular el arrebato que acurre de
la cintura para abajo y analizar con cabeza fría si la relación afectiva en la
que estamos vale la pena.
Los
siguientes valores guía (solidaridad, reciprocidad y autonomía) te servirán
para ubicar el amor en un sitio mejor y más gratificante. La ausencia de
cualquiera de ellos hace insostenible cualquier relación, por más buena
voluntad, que tengan los implicados.
4.1. PRIMER VALOR: DE LA
FUSIÓN/COMUNIÓN, AL AMOR SOLIDARIO
“Mi
clon”, “mi media naranja”, “mi complemento”, “mi alma gemela”: pura adicción,
pura simbiosis. Querer ser uno, donde hay dos, ¿habrá mayor obstinación? Amor
de comunión cuerpo y alma fundidos. Y no me refiero necesariamente a lo
sacramental, lo cual es respetable según las creencias religiosas de cada cual,
sino a la connotación mística del término.
Estar
fusionado con la pareja es cambiar la autonomía por una conciencia que se
pierde en el ser amado y ambos en el universo: amor cósmico. Cuando le pregunto
a los asistentes a mis conferencias, cuántos de ellos se sienten totalmente
identificados con su pareja, solo
levantan la mano dos o tres personas.
Tres
aclaraciones:
1. Ser
una unidad afectiva significa estar inmerso en un conjunto indiferenciado de
pasiones donde lo particular se anula en el todo. Es como si tuviéramos agua en
la que no pudiéramos distinguir el hidrógeno del oxígeno. Ya no eres tú, eres
otra cosa producto de la mezcla.
2. Hay
al menos, dos maneras de involucrarse en una relación: pertenecer o participar.
Pertenecer es identificarse de lleno
con la pareja y mimetizarse en ella, tal como lo hace el camaleón, cuando se
confunde con el ambiente donde habita para sobrevivir a los depredadores. Por
el contrario, participar en una
relación afectiva significa estar vinculado de manera activa y no pasiva.
Amor
solidario: estar unidos, en comunidad y de manera participativa. La solidaridad
implica actuar a favor de alguien cuyos intereses se comparten, es decir, al
defender los suyos, defiendes también los tuyos.
Tu
relación es solidaria cuando:
o
En los momentos difíciles de la pareja, los
dos están presentes.
o
Cada uno se preocupa por el bienestar del
otro.
o
Cada quien defiende al otro y la relación, si
se ven amenazados de cualquier forma.
o
Ninguno de los miembros cuenta intimidades a
extraños que puedan afectarlos.
o
Luchan hombro a hombro por las metas comunes,
sin recostarse en el otro.
o
Los dos se toman en serio.
4.2. SEGUNDO VALOR: DE LA
GENEROSIDAD, AL AMOR RECÍPROCO
Les
guste o no a los dadores compulsivos, debe existir un intercambio básico para
que el amor de pareja pueda funcionar. Si le eres fiel a tu pareja, esperas
fidelidad; si eres tierno, esperas ternura; si das sexo, esperas sexo, en fin:
esperas. El amor recíproco va más allá del puro “dar”, que caracteriza a la
generosidad, y propone una relación basada en el “dar” y el “recibir”.
Haciendo
una analogía con el pensamiento de Aristóteles y santo Tomas, un amor justo es
el que combina tanto la justicia distributiva, como la justicia conmutativa
(evitar estafa y el fraude en cualquiera de sus formas). No es que no podamos
cambiar de opinión, pero es mejor hacerlo de manera honesta, tratando de
salvaguardar el bien común y produciendo el menor daño posible. La reciprocidad
supera el placer de la gratitud o el “celo de amor” del que hablaba el filósofo
Baruch de Spinoza, es decir, hacer el bien a aquel que nos la ha hecho,
devolver el bienestar recibido.
Tu
relación se basa en la reciprocidad cuando:
o
El intercambio afectivo y material es
equilibrado y justo.
o
El acceso a los derechos y deberes es igual
de parte y parte.
o
Ninguno de los miembros intenta sacar
ventajas o explotar al otro.
o
No tienes que recordarle a tu pareja lo que
necesitas.
4.3. TERCER VALOR: DE LA
OBLIGACIÓN, AL AMOR VOLUNTARIO
Las
relaciones afectivas cuyo vinculo se instala exclusivamente sobre la base del
deber y la obligación o cuando los deberes pesan mucho más que los derechos, se
van agotando a sí mismas. Hay algo castrense es esto de la imposición afectiva
que no deja de sorprenderme. La relación amorosa no puede ser una exigencia.
El
deber razonable y bien concebido es un cimiento para el respeto, pero el deber
inexorable e irracional tiende a justificar todo tipo de violaciones.
Tu
relación es libre y autónoma cuando:
o
Puedes disponer de tu tiempo y tus cosas.
o
Expresas tus puntos de vista cómodamente.
o
Puedes desarrollar tus actividades
tranquilamente.
o
No debes pedir permiso.
o
Tu pareja no te vigila.
o
Sientes que creces como persona.
CAPÍTULO V: MITOS DEL AMOR ROMÁNTICO
5.1 MITO DE LA MEDIA NARANJA
Derivado del mito amoroso de
Aristófanes, que supone que los humanos fueron divididos en dos
partes que vuelven a unirse en un todo absoluto cuando encontramos a
nuestra “alma gemela”, a nuestro compañero/a ideal.
Es un mito que expresa la idea de
queestamos predestinados el uno al otro; es decir, que la otra persona
es inevitablemente nuestro par, y solo con ella nos sentimos
completos. El mito platónico del amor expresa un sentimientoprofundo
de encuentro de la persona consigo misma, “y su culminación es recuperar
losaspectos que nos fueron amputados y de esa manera, recuperar nuestra
propia y completa identidad. Es decir, poder ser todo lo que somos y lo
más plenamente posible”.
El mito de la media naranja sería una
imagen ingenua y simplificada delmito platónico que intenta transmitir esa
búsqueda de la unidad perdida.
5.2.
MITO DE LA EXCLUSIVIDAD
Creencia de que el amor romántico
sólo puede sentirsepor una única persona. Este mito es muy potente y tiene
que ver con la propiedadprivada y el egoísmo humano, que siente como
propiedades a las personas y suscuerpos. Es un mito que sustenta otro
mito: el de la monogamia como estado ideal delas personas en la sociedad.
5.3. MITO DE LA FIDELIDAD
Creencia de que todos los deseos
pasionales, románticos y eróticos deben satisfacerse exclusivamente con
una única persona: la propia pareja.
5.4. MITO DE LA PERDURABILIDAD (o
de la pasión eterna)
Creencia de que el amorromántico y
pasional de los primeros meses puede y debe perdurar tras miles de días
(y noches) de convivencia.
5.5. MITO DEL MATRIMONIO O CONVIVENCIA
Creencia de que el
amor romántico-pasionaldebe conducir a la unión estable de la pareja,
y constituirse en la (única) base delmatrimonio (o de la convivencia en
pareja). Esto nos crea problemas porque vimos quela institucionalización de la
pasión, y el paso del tiempo, acaban con ella. Por eso nosdivorciamos
y buscamos nuevas pasiones que nos hagan sentir vivos, pero en seguida lagente
vuelve a casarse, cometiendo el mismo error que la primera vez.
El matrimonioen la
Era de la soledad ha visto, así, aumentada su dimensión mitológica e
idealizada:“La idolatría del matrimonio es la contrapartida de las
pérdidas que produce lamodernidad. Si no hay Dios, ni cura, ni clase, ni
vecino, entonces queda por lo menos elTú. Y la magnitud del tú es el vacío
invertido que reina en todo lo demás. Eso significatambién que lo que
mantiene unido al matrimonio y a la familia no es tanto elfundamento
económico y elamor, sino el miedo a la soledad”.
5.6. MITO DE LA MONOGAMIA
La monogamia es un mito, y en contra de lo que mucha gente cree, no es
algo natural, sino que es una construcción social humana que surge en algunas
culturas y en otras no. La monogamia es un relato ejemplarizante, un modelo a
seguir que se graba en nuestras conciencias como si fuera una ley divina.
La relación amorosa monogámica está basada en un contrato de exclusividad
sexual, por lo tanto tiene una base social y cultural, pero no biológica. La
monogamia es ensalzada por la cultura patriarcal como una de las esencias del
amor verdadero, por eso el adulterio es otro relato que rechaza las relaciones
al margen de ese modelo. El adulterio es clandestino y subversivo porque
representa la ruptura de ese pacto conyugal, y no solo sacude los cimientos de
la pareja, sino también los de la institución familiar y por extensión, la
estructura social al completo. Manifiesta, como la prostitución, toda la
hipocresía de la sociedad burguesa, ya que es un fenómeno muy frecuente en una
sociedad que dice ser monogámica, y porque constituye la fuente de gran parte
de las historias de amor que consumimos a través de los medios de masas y los
productos de las industrias culturales.
5.6. MITO DE LA HETEROSEXUALIDAD
La
heterosexualidad es una construcción social y cultural que se ha instalado en
el imaginario colectivo como un fenómeno natural, como si la unión macho-hembra
fuese una ley divina o una ley física o matemática. Tanto es así que a las
niñas desde pequeñas se las pregunta si tienen novio y a los niños si tienen novia
sin apenas darnos cuenta de que preguntando estamos afirmando. Y al afirmar,
imponemos una idea sobre lo que es normal, es decir, que a los niños les gusten
las niñas, y no los niños.
Mi
posición en torno a la heterosexualidad y la homosexualidad coincide con la
concepción de Oscar Guasch (2000) que las considera mitos, en el sentido de que
son narraciones creadas artificialmente, y transmitidas mediante libros
sagrados. Mitos que explican el mundo desde un punto de vista particular, desde
una ideología que al imponerse se convierte en hegemónica, y que modela y
construye nuestro deseo y afectos, a la vez que justifica el orden social
establecido. En este sentido, la homosexualidad es un cuento dentro de otro
cuento, “un mito que explica otro mito. La homosexualidad es un epifenómeno de
la heterosexualidad; pero no es posible entender la una sin la otra” (Guasch,
2000).
CAPITULO VII:
6.1. CONCLUSIONES
·
En la vida todo es importante, pero el amor
no es lo más importante. Lo más importante es vivir y dejar vivir.
·
Si se desea la definición más explícita del
amor, no debe verse ésta enmarcada sólo en un contexto amoroso, sino verlo en
todas sus formas, desde la más rudimentaria hasta la más explícita.
·
No confundir enamoramiento con amor, el amor
empieza realmente en la finalización de la etapa del enamoramiento.
·
El amor es un término que está presente en la
conversación diaria. Habitualmente se asocia el término con el amor romántico,
una relación pasional entre dos personas con una importante influencia en sus
relaciones interpersonales y sexuales mutuas.
6.2.
REFERENCIAS
6.2.1. BIBLIOGRAFICAS
·
Riso, Walter. (2006). Los límites del amor: hasta donde amar sin renunciar a lo que soy.
Bogotá: edit. Norma.
·
Herrera Gómez, Coral. (2001). Los mitos del amor romántico en la cultura
occidental. Costa Rica.
6.2.2. LINKOGRAFIAS
7.3.
ANEXOS
Enamorarse
parece ser una gran herramienta contra el dolor físico ya que el amor romántico
intenso reduce la percepción del dolor.
Popularmente y en cuanto a
“amor romántico” se refiere, somos las mujeres quienes tenemos la fama de
románticas y “peliculeras” Pero ¿Qué hay de verdad en eso? Parece que
socialmente ellos esconden más está
parte, la niegan o la viven distinto. Algunos se definen como nada o poco
románticos, otros lo hacen como mucho, la cuestión es ¿Qué es para ellos ser
románticas? ¿Es cierta la creencia popular de que las mujeres somos las más
románticas?
Las historias
de amor romántico siempre acaban en el día de la boda, pero nunca se nos cuenta
cómo está Blancanieves después de cinco años de matrimonio y trabajando igual
que como lo hacía cuando estaba con los 7 enanitos. La imagen del
príncipe tomándose su birrita mientras ve el partido, completamente
ajeno al mundo familiar, es lo contrario de lo que nos habían dicho. Miren qué
cara de poca felicidad tiene la joven...
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