miércoles, 16 de octubre de 2013

MONOGRAFIA: EL AMOR ROMANTICO






FACULTAD DE HUMANIDADES
ESCUELA ACADEMICO PROFESIONAL DE PSICOLOGÍA

MONOGRAFÍA
“EL AMOR ROMANTICO”

AUTORES
DEL CASTILLO VILLANUEVA, Karen Patricia.
MERINO PAYCO, Nathaly Salome.
PICHEN NOVOA, Brenda.
VASQUEZ ALVARES, Jairo


ASESOR
CÁRDENAS LENIN


TRUJILLO-PERÚ
2013










DEDICATORIA

El presente trabajo queremos dedicárselo primeramente a DIOS, por permitirnos llegar hasta donde estamos, a nuestros padres por su esfuerzo en concedernos  la oportunidad de estudiar y por su constante apoyo a lo largo de nuestra vida.









AGRADECIMIENTO

A nuestros padres, como agradecimiento a su esfuerzo, amor  y apoyo incondicional,  durante nuestra formación tanto personal como profesional. A nuestro docente, por brindarnos su guía y sabiduría en el desarrollo de este trabajo.













OBJETIVOS

  • OBJETIVO GENERAL: Conocer los diferentes mitos acerca del amor romántico en nuestra sociedad.
  • OBJETIVO ESPECIFICO:

  1. ·         Determinar cómo influye el amor romántico en la juventud actual.
  2. ·         Establecer hasta qué punto pueden llegar a amar los jóvenes.
  3. ·         transmitir a las personas que no se deben entregar completamente en una relación.
  4. ·          conocer sobre los mitos que la sociedad nos da sobre el amor.










INTRODUCCIÓN

El amor es un término que está presente en la conversación diaria. Habitualmente se asocia el término con el amor romántico, una relación pasional entre dos personas con una importante influencia en sus relaciones interpersonales y sexuales mutuas.
La vida de pareja ha pasado a ser la principal forma de autorrealización, sin importar el costo. Pero se debe reconocer que existen ciertos límites afectivos no implica necesariamente dejar de amar, sino aceptar la posibilidad de modificar la relación en un sentido positivo o simplemente alejarse y no estar en el lugar equivocado, aunque duela la decisión.
Esta monografía habla sobre el amor de pareja y como una persona se deja dominar de su pareja. Los objetivos de esta monografía son transmitir a las personas que no se deben entregar completamente en una relación, conocer sobre los mitos que la sociedad nos da sobre el amor.
Este trabajo está dividido en cinco capítulos. En el primer capítulo hablaremos sobre el amor romántico y como las mujeres queremos que sea el amor de pareja. En el segundo capítulo, nos referiremos a los límites del amor, cuando saber que una persona te hace daño en una relación, y no nos referimos al maltrato físico sino afectivo. El tercer capítulo, analizaremos porque nos cuesta tanto ponerle límites al amor y que es lo que pensamos sobre el amor. El cuarto capítulo, se relaciona con los valores y los derechos que uno tienen como persona. En el último capítulo, hablaremos sobre los mitos que la sociedad nos trasmite sobre lo que es el amor, lo que debería ser, y como se debería dar.




INDICE
DEDICATORIA
AGRADECIMIENTO 
INTRODUCCIÓN

CAPÍTULO I: AMOR ROMÁNTICO…………………………………………………. 1

1.1.  El amor romántico……………………………………………………………………..2
1.2.  El romanticismo femenino…………………………………………………………... 7

CAPÍTULO II: ¿HASTA DÓNDE DEBEMOS AMAR?: ALGUNAS RAZONES PARA NO SEGUIR……………………………………………………………………… 9

2.1. Cuando no te quieren…………………………………………………………………. 10
2.2. Cuando obstaculizan tu autorrealización…………………………………………… 11
2.3. Cuando vulneran tus principios y valores………………………………………        12

CAPÍTULO III: PENSAMIENTOS IDEALIZADOS SOBRE EL AMOR………        14

3.1.  “Si hay amor, no necesitas nada más”…………………………………………….. 15
3.2.  “El verdadero amor es incondicional”……………………………………………… 16
3.3.  “El amor es eterno”…………………………………………………………………… 17

CAPÍTULO IV: EL AMOR DEMOCRÁTICO: TRES VALORES GUÍA…………     18

4.1.  Primer valor: de la fusión/comunión, al amor solidario……………………………19
4.2.  Segundo valor: de la generosidad, al amor recíproco……………………………. 20
4.3.  Tercer valor: de la obligación, al amor voluntario…………………………………. 21

CAPÍTULO V: MITOS DEL AMOR ROMÁNTICO………………………………….  22
    5.1. Mito de la media naranja……………………………………………………     23
       5.2. Mito de la exclusividad…………………………………………………………    23
         5.3. Mito de la fidelidad……………………………………………………………… 23
         5.4. Mito de la perdurabilidad……………………………………………………....  24
   5.5. Mito del  matrimonio o  convivencia…………………………………………    24
   5.6. Mito de la monogamia…..……………………………………………………….24
   5.7. Mito de la heterosexualidad…………………………………………………..…24
CAPITULO VII:………………………………………………………………………      25

    7.1. Conclusiones……………………………………………………………………  26
    7.2. Referencias:…………………………………………………………………       27
          7.2.1. Bibliografías………………………………………………………………  27
          7.2.2. Linografía……………………………………………………………….   27
7.3. Anexos……………………………………………………………………………     28








CAPÍTULO I:
AMOR ROMÁNTICO





1.1      EL AMOR ROMÁNTICO

El amor es una construcción humana sumamente compleja que posee una dimensión social y una dimensión cultural. Ambas dimensiones influyen, modelan y determinan nuestras relaciones eróticas y afectivas, nuestras metas y anhelos, nuestros gustos y nuestros sueños románticos. Tanto la sexualidad como las emociones son, además de fenómenos físicos, químicos y hormonales, construcciones culturales y sociales que varían según las épocas históricas y las culturas. El amor se construye en base a la moral, las normas, los tabúes, las costumbres, creencias, cosmovisiones y necesidades de cada sistema social, por eso va cambiando con el tiempo y en el espacio, y por eso no aman igual en China que en Nicaragua, ni los inuit aman del mismo modo que los demás.

Son numerosos los autores que defienden la idea de que el amor es una constante humana universal porque existe en todas las culturas y porque la capacidad de amar parece formar parte de nuestra condición. Teóricos como Wilson y Nias (1976) defienden la universalidad del amor romántico, señalando que el fenómeno amoroso romántico no es de origen reciente ni está restringido a nuestra cultura: “Aunque no siempre concebido como un necesario preludio para el matrimonio, el amor romántico y pasional ha existido en todos los tiempos y lugares”. Por su parte, los antropólogos Jankowiak y Fisher (1992) documentan la existencia de lo que ellos definen como “amor romántico” en casi un 90 por 100 de las 168 culturas analizadas.

El amor romántico nunca ha tenido tanta importancia en la vida de los humanos como en la actualidad. Hoy en día la gente que no tiene que preocupar sea diario por la supervivencia, gasta una gran cantidad de tiempo y energía en encontrar al amor de su vida. Nos buscamos en las redes y en los bares, consumimos películas románticas, deseamos vivir historias de pasión, nos enamoramos platónicamente alguna vez en la vida, nos juntamos y nos separamos, nos olvidamos, volvemos a soñar con una relación ideal.

Y es que gracias al impresionante desarrollo de la comunicación de masas en el siglo XX, el amor romántico ha experimentado un proceso de expansión paulatina hasta instalarse en el imaginario colectivo mundial como una meta utópica a alcanzar, cargada de promesas de felicidad.

Esta utopía emocional colectiva está preñada de ideología pese a que se presenta fundamentalmente como una emoción individual y mágica que acontece en lo más profundo del interior de las personas.
La ideología hegemónica que subyace a esta utopía emocional es de carácter patriarcal, y en ella la moral cristiana ha jugado un papel fundamental, porque nos ha conducido por la vía del modelo heterosexual y monogámico con una orientación reproductiva.

El amor romántico es, en este sentido, un ideal mitificado por la cultura, pero con una gran carga machista, individualista, y egoísta. A través del amor romántico se nos enseña a relacionarnos, a reprimir nuestra sexualidad y orientarla hacia una sola persona. A través de las ficciones que creamos y los cuentos que nos contamos, aprendemos cómo debe de ser un hombre, y como debe de ser una mujer, y muchos seguimos estos modelos de masculinidad y feminidad tan limitados para poder integrarnos felizmente en esta sociedad y encontrar pareja.
La prueba más patente es que toda la imaginería colectiva amorosa occidental está formada por parejas de adultos de distinta identidad genérica; son uniones de dos en dos cuyo final está, como en el caso de la moral cristiana, orientado al matrimonio y a la reproducción. Además, los sistemas emocionales y sexuales alternativos (amor en tríos, cuartetos y grupos grandes, amor entre ancianos, amor entre niños, amor entre personas del mismo sexo/género o de diferentes clases socioeconómicas, razas o culturas) siguen siendo considerados desviaciones de la norma, y penalizados, por tanto, socialmente.

La heterosexualidad y la monogamia, en este sentido, se contemplan como características normales, es decir, naturales, porque siguen los dictados de la naturaleza. La Ciencia se ha encargado de legitimar esta visión, hasta llegar incluso a concluir que el mito de la monogamia y la fidelidad sexual es una realidad biológica y universal.

La necesidad de la exclusividad sexual ha sido mitificada por necesidades del sistema patriarcal a través de las narraciones religiosas y profanas, a pesar de que la monogamia no es un estado natural y muy pocas especies la practican. Lo paradójico dela reificación de la monogamia es que el adulterio y la prostitución forman parte del sistema monogámico. Son la otra cara de la moneda, su contrario y a la vez su complemento. La fidelidad y la exclusividad son fenómenos, en este sentido, que atentan contra el statu quo y la organización de la sociedad en familias cerradas.


El amor, pues, en su dimensión política y económica, se nos presenta como un mecanismo del sistema para perpetuarse. Para que todo siga igual, hacen falta parejas heterosexuales que traigan al mundo a nuevos consumidores/trabajadores que se casen y permanezcan dentro del modelo de familia considerado "normal". Por eso nos seducen con amor mitificado.




*LA MITIFICACIÓN DEL AMOR

La mayor parte de los mitos en torno al amor romántico surgieron en la época medieval; otros han ido surgiendo con el paso de los siglos, y finalmente se consolidaron en el XIX, con el Romanticismo. El principal mito que encontramos en el amor es en la frase que concluye los relatos:“yvivieron felices, y comieron perdices”.  La estructura mítica de la narración amorosa es casi siempre la misma: dos personas se enamoran, se ven separadas por diversas circunstancias (dragones, bosques encantados, monstruos terribles) y barreras (sociales y económicas, religiosas, morales, políticas). Tras superar todos los obstáculos, la pareja feliz por fin puede vivir su amor en libertad. Evidentemente, como mito que es, esta historia de impedimentos y superaciones está atravesada por las ideologías patriarcales, que ponen la misión en manos del héroe masculino, mientras que la mujer espera en su castillo a ser salvada: él es activo, ella pasiva (el paradigma de este modelo es la Bella Durmiente, que esperó ni más ni menos, CIEN años).
En otros relatos, en cambio, se incide en la valentía de la mujer que lucha contra el orden patriarcal, contra la ley del padre, y se le otorga un papel activo, como es el caso de Julieta, Melibea, Catalina Earnshaw, Emma Bovary, Anna Karenina, la Regenta o el mito español de Carmen, mujer indomable que subyuga a los hombres. Para Denis de Rougemont, lo característico de nuestra sociedad es que el mito del matrimonio y el mito de la pasión se han unido pese a que son contrarios. La contradicción reside en que la pasión es perecedera, indomable, intensa, contingente, y preñada de miedo a perder a la persona amada. La pasión se exacerba con la inaccesibilidad y representa en nuestro imaginario el delirio arrebatado, el éxtasis místico, la experiencia extraordinaria que nos trastoca la rutina diaria. El matrimonio, en cambio, ofrece estabilidad, seguridad, una cotidianidad, una certeza de que la otra persona está dispuesta a compartir con nosotros su vida y su futuro. Ambas instituciones son, pues, incompatibles, por mucho que nos esforcemos en aunarlas bajo el mito del matrimonio por amor y para siempre.
Los relatos amorosos constituyen una constante en las narrativas y las mitologías humanas desde la Antigüedad hasta nuestros días. Sin embargo, a mediados de la década de los noventa se produjo un fenómeno social conocido como “La Revolución Romántica”, concepto ideado por la cultura estadounidense. Los años de la transición entre el siglo XX y el XXI estuvieron marcados, entre otros acontecimientos culturales, por el auge de los productos del sentimiento. El primer signo de esa Revolución Romántica, según Rosa Pereda (2001), fue el vuelco del gusto general hacia la novela sentimental y las películas que narraban historias de amor.
En general, la mitología romántica ha cobrado una importancia fundamental en el siglo XXI, hasta llegar a adquirir el estatus de utopía colectiva de carácter emocional. Esta utopía nos presenta el amor como una fuente de felicidad absoluta y de emociones compartidas que amortiguan la soledad a la que está condenado el ser humano. En un mundo tan competitivo e individualista como el nuestro, en el que los grupos se encuentran fragmentados en unidades familiares básicas, las personas encuentran en el amor romántico la forma de enfrentarse al mundo. El amor, es, en este sentido, un nexo idealizado de intimidad que se establece con otra persona y gracias al cual podemos sentir que alguien que nos escucha, nos apoya incondicionalmente y lucha con nosotros contra los obstáculos de la vida.
A menudo, el enamoramiento, si es correspondido, nos transporta a un estado de felicidad que es extraordinario, porque está cargado de intensidad. En nuestra sociedad este estado de  felicidad permanente es el estado ideal en el que la gente querría vivir siempre; por eso el amor tiene tanta importancia en la actualidad. Es una forma de ser y de estar en el mundo en el que los golpes de la vida se ven amortiguados.Además, dispara nuestro afán soñador y utópico, porque nos sentimos capaces de superar miedos y de dejar atrás el pasado, y porque creemos que, bajo los efectos del amor, todo es posible porque es una fuerza avasalladora y transformadora que arrasa con todos los obstáculos (las distancias físicas y temporales, la oposición de las familias, o incluso nuestros prejuicios en torno a la edad, la raza, el estatus socioeconómico de las personas, etc.)

1.2    EL ROMANTICISMO FEMENINO

La posición del sujeto femenino en el Romanticismo fue muy contradictoria, porque, pese a las ansias de libertad e igualdad de los románticos, estos seguían (continuando con la cerrazón de la Ilustración)refiriéndose al sujeto masculino al hablar del ser humano. El sujeto femenino en realidad era objeto de deseo, de devoción, más que sujeto de pleno derecho, como sucedió enel siglo XII con las damas del“amor cortés”, objetos de deseo y admiración encerrados en palaciosy castillos.
 Por una parte, el Romanticismo parecía fomentar la participación de las mujeres mediante la revalorización del sentimiento y la individualidad, que hasta entonces habían sido considerados despreciativamente como cosas de mujeres, debilidad del espíritu, flaqueza de voluntad. Así, fue un gran avance que los hombres comenzaran a hablar el lenguaje sentimental de las mujeres y lo embellecieran, pero de algún modose reapropiaron de ese mundo, en el que brillaron como grandes artistas, relegando a las poetas, pintoras y escritoras románticas al anonimato  a esconderse tras pseudónimos masculinos. Fue el caso de AmandineAuroreLucileDupin, que triunfó como George Sand. Los intelectuales románticos a menudo se burlaron de las creadoras, minimizaron el impacto de sus obras, y criticaron con saña su condición de mujeres cultas. Sin embargo, a nuestros días han llegado las novelas de Mary Shelley, las Hermanas Brönte, Jane Austen, lo que demuestra que las mujeres escribían grandes novelas de amor. Aquí se hicieron un hueco en la literatura, entre otras, Rosalía de Castro, Carolina Coronado o Emilia Pardo Bazán. Según el estudio de SusanKirpatrick (1991), las mujeres encontraban difícil asumir la pasividad a las que se las confinaba como objeto de deseo; su necesidad de verse como sujetos estaba en contraposición a la norma social de la mujer encerrada en el ámbito doméstico, sin posibilidad de vivir aventuras, de trascender su mundo, de dirigir libremente sus pasos hacia la felicidad, o hacia la belleza, o hacia el amor.
Los efectos del romanticismo y afirma que la ideología amorosa de nuestra sociedad patriarcal ha contribuido a reproducirla representación social de la mujer dependiente del hombre por naturaleza,  incapaz de acceder a la plena soberanía de sí.



  


CAPÍTULO II: 
¿HASTA DÓNDE DEBEMOS AMAR?: ALGUNAS RAZONES PARA NO SEGUIR



Obviamente no hasta el cielo. El límite lo define la integridad, la dignidad, la fidelidad. El límite de lo aceptable se traspasa cuando la vocación y anhelos pasan a un segundo plano, cuando la vida comienza a convertirse en algo tan predecible como inseguro, cuando el "ser para el otro” te impide el “ser para ti”.
Cuando se establece las condiciones de un amor de pareja saludable, se define una zona, una demarcación realista más que romántica, a partir de la cual una relación debe terminarse o transformarse, así el sentimiento amoroso exista.
¿Cuándo pierde el amor su sentido vital? Al menos, entres situaciones: primero, cuando no te quieren; segundo, cuando tu realización personal se ve obstaculizado; y, tercero, cuando se vulneran tus principios.

2.1 CUANDO NO TE QUIEREN
¿Por qué seguimos en una relación insana, a sabiendas de que no nos aman? Esperar a que te quieran puede ser una de las experiencias más humillantes y triste: “ya no me abraza, ya no se preocupa por mí” o “nunca me he sentido realmente amada o amado”.
¿Quién tiene el poder en una relación? No es el más fuerte, ni el que tiene más dinero, es el que necesita menos al otro. Si tu pareja puede prescindir de ti mucho más fácil de lo que tú puedes prescindir de él o ella, hay que equilibrar la cuestión.
Si no te quieren, no es negociable. ¿Qué vas a negociar, qué acuerdos vas a proponer si no hay sentimiento, ni ganas ni deseo? En ocasiones, la crudeza de la realidad o la más dolorosa desesperanza nos quita la carga de un futuro inconveniente.
            Si es evidente que no te quieren y sigues allí a la espera de la resurrección amorosa, dispuesta o dispuesto a responder a cualquier insinuación, te extralimitaste: estás del otro lado. Y si tu sensación de insatisfacción afectiva persiste a pesar de tus justos reclamos, ya tienes resuelto el problema. No hay dudas: no te aman, y alguien tiene que irse.

2.2 CUANDO OBSTACULIZAN TU AUTORREALIZACIÓN
El psicólogo y humanista Abraham Maslow decía: “un músico debe hacer música, un pintor debe pintar, un poeta debe escribir, si al final de cuentas quiere ser feliz. Lo que un hombre puede ser, debe serlo. A esta necesidad podemos llamarla autorrealización”.
Todo lo que haga crecer como seres humanos, mientras no sea destructivo ni para uno ni para otros, debe llevarse a cabo, si no queremos sentirnos incompletos. No hablo de impulsos patológicos, como las adicciones sino de energía que nos hacen más humanos cuanto más la llevamos a cabo. Sin obsesionarnos por ello, la búsqueda de la excelencia y el perfeccionamiento definen el arte de vivir. ¿Cuál es tu ideal del “yo”, tu vocación, tus aficiones, tus querencias, tus gustos, tus sueños, tus proyectos de vida? ¿Por qué abandonarlos? Un amor que exija la castración motivacional e intelectual del otro para que funciones, no es amor sino esclavitud.
Vivir para otros, con otros y en otros-. La simbiosis más allá de la placenta. No hay que destruirse para amar a un hijo. No debo quitarme la vida para producir vida. Lo regresivo debe ceder paso a lo progresivo, y es progresivo todo lo que ayude al desarrollo del potencial humano. Parafraseando al filósofo André Comte-Sponville: en cada uno de nosotros reposa una pulsión de vida, una tendencia. Allí radica la vida buena, en seguirle la pista a los propios talentos naturales.
¿Por qué existir menos, si podemos existir más? Cuando renuncias a tu sentido de realización personal, a tus necesidades de crecimiento, empequeñeces tu existencia. El humanismo y la psicología positiva sostienen que el desarrollo saludable adopta dos direcciones: autonomía y exploración. El psicólogo Carl Rogers aseguraba que el organismo tiene una tendencia, el reto básico de mejorar, realizar y mantener el sí mismo que experimenta. Esta tendencia a la realización gira alrededor de una premisa fundamental: quererse a uno mismo al cubo.

2.3. CUANDO VULNERAN TUS PRINCIPIOS Y VALORES
¿Qué estamos dispuestos a negociar por amor? Hay cosas en las que no podemos ceder, simplemente porque si lo hacemos, nos traicionaríamos a nosotros mismos. Existe un acuerdo implícito en la mayoría de los pensadores sobre el tema de los valores: el límite de lo negociable es la dignidad personal, es decir, la opción de ser valorado, honrado y respetado. La dignidad tiene que ver con la autonomía y la autodeterminación. Sentirse digno es aceptar que uno es merecedor de respeto. La dignidad es lo que se resiste a la humillación, a la autocondena y a la condena injusta. Es el valor de lo que no tiene precio: ¿cuánto vales?
Emmanuel Kant decía que la humanidad misma es una dignidad y que el ser humano debía ser siempre tratado como un fin en sí mismo y no como un medio. Por eso, la esclavitud se opone a la dignidad, porque el esclavo es considerado una cosa en tanto puede  venderse o intercambiarse. Yo agregaría que un ser humano no solo es valioso en sí, sino para sí. Si se me daña o deja de servir, lo tiro a la basura y compro otro, porque el serrucho sierra solo para quien lo sabe cerrar. En el hombre y la mujer eso no se da, los seres humanos actuamos también para nosotros y por eso nuestros comportamientos tienen un significado en sí y para sí.
¿Cómo saber cuándo alguien afecta tu dignidad?  Suele ser evidente para quien se auto observa. Lo que sientes es ira, pero no la rabia del animal cuando le quitan el alimento o lo atacan, sino indignación, la cual puede definirse como cólera ante la injusticia. El filósofo Theodor Adorno decía que la indignidad se identifica con la tortura, la privación de la libertad, la injusticia, la explotación, la crueldad y la vejación.
La premisa es conservar tu ser moral y negarte a ser objeto. Y un buen comienzo para ello es aceptar que tu pareja no es más que tú, ni más valiosa, al menos en lo que se refiere a la posibilidad de recibir consideración y respeto.




CAPÍTULO III:
PENSAMIENTOS IDEALIZADOS SOBRE EL AMOR



La cultura de la entrega total y abnegación sin límites se sustenta en varias concepciones erróneas o mitos sobre el amor. Rendirle culto al amor es entregarse sin pena ni gloria a sus avatares y poner la palanca de control afuera. Doble capitulación: ante el sentimiento amoroso y ante la persona amada. “me entrego a ti porque te amor”, como si fuéramos un paquete transportado con la rapidez y eficiencia ya conocida.
Los pensamientos idealizados sobre el amor producen al menos tres efectos negativos en la manera de procesar la experiencia afectiva: justifican lo inaceptables o lo peligroso hacen que nos quedemos anclados en relaciones dañinas bajo los auspicios de una esperanza inútil y crean un choque con la realidad debido a la discrepancia que se genera entre el amor ideal y el amor real.

3.1. “SI HAY AMOR, NO NECESITAS NADA MÁS”
Esta creencia considera que le amor romántico basta para que una relación funcione adecuadamente. De ahí el desconcierto de la mayoría de las personas que asiste a terapia por problemas de pareja: “¿Por qué peleamos, si nos amamos?”, como si el amor sentimental generara una especie de inmunidad contra las controversias y además hiciera desaparecer los conflictos por obra y gracia del afecto santo.
Reducir el amor al enamoramiento es un error. El amor también se “piensa” y por eso tienes la opción de construir y de reinventar la convivencia con tu pareja. Para resolver los problemas de cualquier relación necesitamos, además del afecto, otras habilidades cognitivas y comportamentales, como, por ejemplo, estrategias de resolución de conflictos, paciencia, gestión pacífica, aprender a ajustar las diferencias individuales, establecer alianzas y acuerdos amorosos y competencias por el estilo.
Cuando amamos de manera inteligente y completa, no solamente actuamos bajo la dirección de eros, también necesitamos ser amigos de la persona amada y preocuparnos por su bienestar: el amor se siente, se piensa y se actúa.  El amor pensado es amistad. En ella, la voluntad intervienes directamente. Tu no dices me “amisté”, cuando haces un amigo o amiga, porque entras a la amistad por la puerta de la elección voluntaria, tienes la posibilidad de escoger a tus amigos. Así debería hacerse, o al menos intentarse, en relación de pareja. Incluso al comienzo de una relación podemos construir un espacio cognitivo para analizar al candidato o candidata. Si privilegiamos siempre el sentimiento sobre la razón, estaremos predispuestos a pasar fácilmente de la ilusión a la desilusión.
Ante una relación pésima tienes dos posibilidades:
·         Pensamiento realista (así duela):”nos queremos mucho, pero no podemos vivir juntos”.
·         Pensamiento irracional (así produzca alivio): “somos totalmente distintos, el agua y el aceite, pero si hay amor, vale la pena intentarlo”.
Malas noticias: el amor interpersonal no puede juntar el agua y el aceite, ni multiplicar panes y peces.

3.2.  “EL VERDADERO AMOR ES INCONDICIONAL”
Lo que equivale a decir: hagas lo que hagas, te amare igual. Sin condiciones, en las buenas y en las malas, bajo cualquier circunstancia, en la infidelidad, en los golpes, en la explotación, en el desamor, en el rechazo, en la burla, en la indiferencia, en la profundidad de los infiernos. No importa qué hagas, yo estaré allí, con mi amor siempre fresco, activo, dispuesto…
Si decides amar pese a todo y haga lo que haga el otro, la entrega será celestial e irrevocable. Aceptar todo de antemano implica negar la propia conciencia, reprimir el derecho a la protesta y perder de vista los límites que no debemos traspasar. El amor de pareja debe estar condicionado a los mínimos éticos, como cualquier otra relación interpersonal, porque de no ser así, le otorgaríamos al amor la propiedad de transgredir las leyes humanas y universales.

3.3.  “EL AMOR ES ETERNO”
Felicidad conyugal imperecedera, infinita, inagotable. Si el amor tiene su propia inercia, su propia dimensión temporal, si es inmoral e indestructible, ¿Qué papel juega uno en su mantenimiento?
Por desgracia para los soñadores, el enamoramiento o amor romántico es de tiempo limitado. El amor pasional, si no haces nada para mantenerlo activo, tiende a bajar; esa es su dinámica natural. Bernard Shaw decía que el matrimonio ocurre:” cuando dos personas se encentran bajo la influencia de la más violenta, la más demente, la más engañosa y la más transitoria de las pasiones. Se les exige que juren que permanecerán en ese estado excitado, anormal y agotador hasta que las muerte los separe”
El mito del amor eterno lleva implícita la idea de la certeza. Si ya me enamore t soy correspondido, se acabó definitivamente la soledad y ya no habrá incertidumbre sobre mi futuro afectivo.





CAPÍTULO IV: EL AMOR DEMOCRÁTICO: TRES VALORES GUÍA




Un amor sin valores que lo guíen es un amor a la deriva, desorientado. Y no me refiero a las virtudes convencionales sino a una política del amor, en la cual podamos construir una relación pluralista, flexible y horizontal. A veces, es conveniente poner el romanticismo en remojo, modular el arrebato que acurre de la cintura para abajo y analizar con cabeza fría si la relación afectiva en la que estamos vale la pena.
Los siguientes valores guía (solidaridad, reciprocidad y autonomía) te servirán para ubicar el amor en un sitio mejor y más gratificante. La ausencia de cualquiera de ellos hace insostenible cualquier relación, por más buena voluntad, que tengan los implicados.

4.1. PRIMER VALOR: DE LA FUSIÓN/COMUNIÓN, AL AMOR SOLIDARIO
“Mi clon”, “mi media naranja”, “mi complemento”, “mi alma gemela”: pura adicción, pura simbiosis. Querer ser uno, donde hay dos, ¿habrá mayor obstinación? Amor de comunión cuerpo y alma fundidos. Y no me refiero necesariamente a lo sacramental, lo cual es respetable según las creencias religiosas de cada cual, sino a la connotación mística del término.
Estar fusionado con la pareja es cambiar la autonomía por una conciencia que se pierde en el ser amado y ambos en el universo: amor cósmico. Cuando le pregunto a los asistentes a mis conferencias, cuántos de ellos se sienten totalmente identificados con su pareja,  solo levantan la mano dos o tres personas.
Tres aclaraciones:
1.    Ser una unidad afectiva significa estar inmerso en un conjunto indiferenciado de pasiones donde lo particular se anula en el todo. Es como si tuviéramos agua en la que no pudiéramos distinguir el hidrógeno del oxígeno. Ya no eres tú, eres otra cosa producto de la mezcla.
2.    Hay al menos, dos maneras de involucrarse en una relación: pertenecer o participar. Pertenecer es identificarse de lleno con la pareja y mimetizarse en ella, tal como lo hace el camaleón, cuando se confunde con el ambiente donde habita para sobrevivir a los depredadores. Por el contrario, participar en una relación afectiva significa estar vinculado de manera activa y no pasiva.
Amor solidario: estar unidos, en comunidad y de manera participativa. La solidaridad implica actuar a favor de alguien cuyos intereses se comparten, es decir, al defender los suyos, defiendes también los tuyos.
Tu relación es solidaria cuando:
o   En los momentos difíciles de la pareja, los dos están presentes.
o   Cada uno se preocupa por el bienestar del otro.
o   Cada quien defiende al otro y la relación, si se ven amenazados de cualquier forma.
o   Ninguno de los miembros cuenta intimidades a extraños que puedan afectarlos.
o   Luchan hombro a hombro por las metas comunes, sin recostarse en el otro.
o   Los dos se toman en serio.

4.2. SEGUNDO VALOR: DE LA GENEROSIDAD, AL AMOR RECÍPROCO
Les guste o no a los dadores compulsivos, debe existir un intercambio básico para que el amor de pareja pueda funcionar. Si le eres fiel a tu pareja, esperas fidelidad; si eres tierno, esperas ternura; si das sexo, esperas sexo, en fin: esperas. El amor recíproco va más allá del puro “dar”, que caracteriza a la generosidad, y propone una relación basada en el “dar” y el “recibir”.
Haciendo una analogía con el pensamiento de Aristóteles y santo Tomas, un amor justo es el que combina tanto la justicia distributiva, como la justicia conmutativa (evitar estafa y el fraude en cualquiera de sus formas). No es que no podamos cambiar de opinión, pero es mejor hacerlo de manera honesta, tratando de salvaguardar el bien común y produciendo el menor daño posible. La reciprocidad supera el placer de la gratitud o el “celo de amor” del que hablaba el filósofo Baruch de Spinoza, es decir, hacer el bien a aquel que nos la ha hecho, devolver el bienestar recibido.
Tu relación se basa en la reciprocidad cuando:
o   El intercambio afectivo y material es equilibrado y justo.
o   El acceso a los derechos y deberes es igual de parte y parte.
o   Ninguno de los miembros intenta sacar ventajas o explotar al otro.
o   No tienes que recordarle a tu pareja lo que necesitas.

4.3. TERCER VALOR: DE LA OBLIGACIÓN, AL AMOR VOLUNTARIO
Las relaciones afectivas cuyo vinculo se instala exclusivamente sobre la base del deber y la obligación o cuando los deberes pesan mucho más que los derechos, se van agotando a sí mismas. Hay algo castrense es esto de la imposición afectiva que no deja de sorprenderme. La relación amorosa no puede ser una exigencia.
El deber razonable y bien concebido es un cimiento para el respeto, pero el deber inexorable e irracional tiende a justificar todo tipo de violaciones.
Tu relación es libre y autónoma cuando:
o   Puedes disponer de tu tiempo y tus cosas.
o   Expresas tus puntos de vista cómodamente.
o   Puedes desarrollar tus actividades tranquilamente.
o   No debes pedir permiso.
o   Tu pareja no te vigila.
o   Sientes que creces como persona.





CAPÍTULO V: MITOS DEL AMOR ROMÁNTICO


5.1 MITO DE LA MEDIA NARANJA

Derivado del mito amoroso de Aristófanes, que supone que los humanos fueron divididos en dos partes que vuelven a unirse en un todo absoluto cuando encontramos a nuestra “alma gemela”, a nuestro compañero/a ideal.
Es un mito que expresa la idea de queestamos predestinados el uno al otro; es decir, que la otra persona es inevitablemente nuestro par, y solo con ella nos sentimos completos. El mito platónico del amor expresa un sentimientoprofundo de encuentro de la persona consigo misma, “y su culminación es recuperar losaspectos que nos fueron amputados y de esa manera, recuperar nuestra propia y completa identidad. Es decir, poder ser todo lo que somos y lo más plenamente posible”.
El mito de la media naranja sería una imagen ingenua y simplificada delmito platónico que intenta transmitir esa búsqueda de la unidad perdida.

5.2.  MITO DE LA EXCLUSIVIDAD

Creencia de que el amor romántico sólo puede sentirsepor una única persona. Este mito es muy potente y tiene que ver con la propiedadprivada y el egoísmo humano, que siente como propiedades a las personas y suscuerpos. Es un mito que sustenta otro mito: el de la monogamia como estado ideal delas personas en la sociedad.

5.3.  MITO DE LA FIDELIDAD

Creencia de que todos los deseos pasionales, románticos y eróticos deben satisfacerse exclusivamente con una única persona: la propia pareja.


5.4. MITO DE LA PERDURABILIDAD (o de la pasión eterna)

Creencia de que el amorromántico y pasional de los primeros meses puede y debe perdurar tras miles de días (y noches) de convivencia.

5.5. MITO DEL MATRIMONIO O CONVIVENCIA

Creencia de que el amor romántico-pasionaldebe conducir a la unión estable de la pareja, y constituirse en la (única) base delmatrimonio (o de la convivencia en pareja). Esto nos crea problemas porque vimos quela institucionalización de la pasión, y el paso del tiempo, acaban con ella. Por eso nosdivorciamos y buscamos nuevas pasiones que nos hagan sentir vivos, pero en seguida lagente vuelve a casarse, cometiendo el mismo error que la primera vez.
El matrimonioen la Era de la soledad ha visto, así, aumentada su dimensión mitológica e idealizada:“La idolatría del matrimonio es la contrapartida de las pérdidas que produce lamodernidad. Si no hay Dios, ni cura, ni clase, ni vecino, entonces queda por lo menos elTú. Y la magnitud del tú es el vacío invertido que reina en todo lo demás. Eso significatambién que lo que mantiene unido al matrimonio y a la familia no es tanto elfundamento económico y elamor, sino el miedo a la soledad”.
5.6. MITO DE LA MONOGAMIA
La monogamia es un mito, y en contra de lo que mucha gente cree, no es algo natural, sino que es una construcción social humana que surge en algunas culturas y en otras no. La monogamia es un relato ejemplarizante, un modelo a seguir que se graba en nuestras conciencias como si fuera una ley divina. 
La relación amorosa monogámica está basada en un contrato de exclusividad sexual, por lo tanto tiene una base social y cultural, pero no biológica. La monogamia es ensalzada por la cultura patriarcal como una de las esencias del amor verdadero, por eso el adulterio es otro relato que rechaza las relaciones al margen de ese modelo. El adulterio es clandestino y subversivo porque representa la ruptura de ese pacto conyugal, y no solo sacude los cimientos de la pareja, sino también los de la institución familiar y por extensión, la estructura social al completo. Manifiesta, como la prostitución, toda la hipocresía de la sociedad burguesa, ya que es un fenómeno muy frecuente en una sociedad que dice ser monogámica, y porque constituye la fuente de gran parte de las historias de amor que consumimos a través de los medios de masas y los productos de las industrias culturales.


5.6. MITO DE LA HETEROSEXUALIDAD
La heterosexualidad es una construcción social y cultural que se ha instalado en el imaginario colectivo como un fenómeno natural, como si la unión macho-hembra fuese una ley divina o una ley física o matemática. Tanto es así que a las niñas desde pequeñas se las pregunta si tienen novio y a los niños si tienen novia sin apenas darnos cuenta de que preguntando estamos afirmando. Y al afirmar, imponemos una idea sobre lo que es normal, es decir, que a los niños les gusten las niñas, y no los niños.
Mi posición en torno a la heterosexualidad y la homosexualidad coincide con la concepción de Oscar Guasch (2000) que las considera mitos, en el sentido de que son narraciones creadas artificialmente, y transmitidas mediante libros sagrados. Mitos que explican el mundo desde un punto de vista particular, desde una ideología que al imponerse se convierte en hegemónica, y que modela y construye nuestro deseo y afectos, a la vez que justifica el orden social establecido. En este sentido, la homosexualidad es un cuento dentro de otro cuento, “un mito que explica otro mito. La homosexualidad es un epifenómeno de la heterosexualidad; pero no es posible entender la una sin la otra” (Guasch, 2000).




CAPITULO VII:






6.1. CONCLUSIONES


·         En la vida todo es importante, pero el amor no es lo más importante. Lo más importante es vivir y dejar vivir.
·         Si se desea la definición más explícita del amor, no debe verse ésta enmarcada sólo en un contexto amoroso, sino verlo en todas sus formas, desde la más rudimentaria hasta la más explícita.
·         No confundir enamoramiento con amor, el amor empieza realmente en la finalización de la etapa del enamoramiento.
·         El amor es un término que está presente en la conversación diaria. Habitualmente se asocia el término con el amor romántico, una relación pasional entre dos personas con una importante influencia en sus relaciones interpersonales y sexuales mutuas. 



6.2. REFERENCIAS

      6.2.1.  BIBLIOGRAFICAS

·         Riso, Walter. (2006). Los límites del amor: hasta donde amar sin renunciar a lo que soy. Bogotá: edit. Norma.
·         Herrera Gómez, Coral. (2001). Los mitos del amor romántico en la cultura occidental. Costa Rica.


      6.2.2.  LINKOGRAFIAS



7.3. ANEXOS



Enamorarse parece ser una gran herramienta contra el dolor físico ya que el amor romántico intenso reduce la percepción del dolor.





Popularmente y en cuanto a “amor romántico” se refiere, somos las mujeres quienes tenemos la fama de románticas y “peliculeras” Pero ¿Qué hay de verdad en eso? Parece que socialmente ellos  esconden más está parte, la niegan o la viven distinto. Algunos se definen como nada o poco románticos, otros lo hacen como mucho, la cuestión es ¿Qué es para ellos ser románticas? ¿Es cierta la creencia popular de que las mujeres somos las más románticas?





Las historias de amor romántico siempre acaban en el día de la boda, pero nunca se nos cuenta cómo está Blancanieves después de cinco años de matrimonio y trabajando igual que como lo hacía cuando estaba con los 7 enanitos. La imagen del príncipe tomándose su birrita mientras ve el partido, completamente ajeno al mundo familiar, es lo contrario de lo que nos habían dicho. Miren qué cara de poca felicidad tiene la joven...

No hay comentarios:

Publicar un comentario